domingo, 13 de agosto de 2017

Pensar

Tiene razón Platón cuando dice que pensar es sacar a la luz explícita lo que de alguna manera llevas contigo de manera implícita. Lo que ocurre es que para llevar cosas dentro hay que llenar el depósito de conocimientos. En caso contrario se corre el riesgo de descubrir cada día el Mediterráneo. La reminiscencia es darse cuenta de que sabemos más cosas que las creíamos saber cuando nos pusimos a pensar. Estaban ahí, pero había que tirar del hilo.

Los grandes pensadores piensan pensando. Ponen sus pensamientos delante de su su conciencia y van desplegándolos en una dirección determinada, paso a paso, de manera rigurosa.

Los pensadores mediocres necesitamos seguir otro camino. Yo, al menos, para pensar necesito o hablar o escribir.

Más de una vez, después de estar hablando con alguien tengo que tomar apuntes de los argumentos que he aportado al diálogo, precisamente porque no los tenía en mente antes de ponerme a hablar. Entre asentimientos y objeciones algo que inicialmente era difuso ha ido tomando cuerpo. Pero mi manera habitual de trabajar es la de escribir primero las ideas que tengo sobre una cuestión y después leer despacio lo escrito, descubriendo que en el texto hay sugerencias de las que no era consciente en el momento de escribirlo. A veces esas sugerencias se resumen en una sola palabra, pero esa palabra, al nombrar lo que no estaba, le da la vuelta completa a un argumento. En otras ocasiones -y no precisamente las menos-  lo que la lectura me demuestra es que tengo que desarrollar más a fondo una idea y que para ello necesito recurrir a los grandes pensadores que han tratado de la misma cuestión que a mi me ocupa. No es extraño que me vea en un aprieto y que para salir de él tenga que pensar contra mi mismo, porque me doy cuenta de que, en el fondo, no comparto la tesis que defiendo. De esta forma el primer texto se convierte en un segundo, en un tercero o en un cuarto texto y frecuentemente entre el primero y el último hay muy pocas cosas en común.

El proceso puede ser agotador, pero fascinante, no tanto porque llegue a conclusiones sublimes, sino porque me obliga a ponerme a mí mismo contra las cuerdas hasta que puedo dar a lo escrito una conformidad convincente que, en ningún caso, será definitiva, porque cuanta más visibilidad toma una nueva idea en el texto, más posibilidades encuentro de desplegarla en direcciones que inicialmente no tenía previsto seguir.

He llegado al último capítulo de un libro que me ha hecho sudar la gota gorda. Del texto inicial que escribí el diciembre pasado queda poco. El actual tiene 100 páginas más y es bastante más complejo. Sé, que en el fondo, podría no acabarlo nunca. Pero sé también que probablemente mañana o pasado mañana lo daré por acabado con la sensación de que en cierta forma he cambiado yo más que el propio texto.  

10 comentarios:

  1. "Cada libro responde a una trayectoria biográfica de su autor, y la modifica: la realiza, la lleva a su desembocadura o desenlace, la hace tomar otro derrotero, la obtura. Una obra personal está jalonada por unos cuantos libros privilegiados dentro de ella, no en el sentido secundario de que sean "mejores" o "peores", sino en el de que representan las articulaciones de la vida, y a la vez las etapas de constitución de una doctrina"

    Julián Marías (cómo no...)

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    1. Leí recientemente "La estructura social", de Marías, un libro sólido y convincente que te hace arrepentirte de todas las memeces que lees de autores de renombre. Sin embargo me parece que estamos olvidando muy rápidamente a Marías... No sé cuál será tu opinión.

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    2. Totalmente coincidente.

      Decía Marías que cuando leía a según qué autores que no tenían en cuenta o desconocían las aportaciones de Ortega, le daba la impresión de que hacían una filosofía preorteguiana.

      Esa misma impresión tengo yo cuando leo a pensadores muy reputados que dejan de lado a Ortega y al propio Marías. Hacen unos análisis de la realidad que pretenden ser el no va más, y sin embargo resultan pobres, cuando no repiten planteamientos que fueron ya expresados, y más brillantemente, hace un siglo, y ya fueron superados.

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  2. Nietzsche contra Descartes: “En lo que respecta a la superstición de los lógicos, no me cansaré de subrayar una y otra vez un hecho pequeño y exiguo, que esos supersticiosos confiesan a disgusto, a saber, que un pensamiento viene cuando ‘él' quiere, y no cuando ‘yo' quiero; de modo que es un falseamiento de la realidad efectiva decir: el sujeto ‘yo' es la condición del predicado ‘pienso'. Ello piensa: pero que ese ‘ello' sea precisamente aquel antiguo y famoso ‘yo', eso es, hablando de modo suave, nada más que una hipótesis, una aseveración, y, sobre todo, no es una ‘certeza inmediata'. En definitiva, decir ‘ello piensa' es ya decir demasiado: ya ese ‘ello' contiene una interpretación del proceso y no forma parte del mismo”

    Y más aún: "el pensar no nos es un medio para 'conocer', sino el acontecer que cabe caracterizar, ordenar para hacerlo manejable para nuestro uso: así pensamos hoy acerca del pensar: mañana será tal vez de otro modo". Claro que esto no es un pensar sobre los pensamientos sino sobre el propio pensar, la Creación divina y las condiciones idóneas para ello.

    Saludos

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    1. Me fascina la imagen que Platón desarrolla en la Carta VII sobre la comprensión: ante un problema debemos hacer chocar nuestra perplejidad contra sí misma hasta que salte la chispa. !Esa chispa puñetera! Desde luego, sin el entrechocar de las piedras, no hay chispa. Pero por mucho que andes entrechocándolas, ella se reserva augustamente su aparición para el momento la forma que le de la gana. Así que decir que "mis pensamientos son míos" es, efectivamente, mucho decir. Aquella sentencia de Heráclito (B 64) que Heidegger tenía en su cabaña: "Tá dè panta oiakitei keraunós."

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  3. http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2017/08/11/populismo-educativo/949371.html
    Aparece usted mencionado. Seguramente ya le ha llegado.

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  4. "Je te tiens nihiliste. Être cul de plomb, voilà par excellence le péché contre l’esprit ! Seules les pensées qu’on a en marchant valent quelque chose".

    (Nietzsche. Crépuscule des idoles. Pensée 34).

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  5. Me acabo de encontrar con esto de Louis Aragon: "On pense à partir de ce qu'on écrit et non pas le contraire".

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    1. Normal en un surrealista, que practicaba la escritura automática.

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