sábado, 30 de abril de 2011

Juan Pablo II

La anécdota que voy a contar ya la había contado en este Café de Ocata. ¿Pero sería un café un café si no se repitieran de vez en cuando las mismas historias?
Se la escuché en Valencia a la persona comisionada por el gobierno de Felipe González para gestionar la primera visita de Juan Pablo II a España, Lluís Reverter. Como representante del gobierno español, tenía que acompañar al Papa como su sombra. Es (me imagino que lo seguirá siendo) una persona que además de dominar los asuntos protocolarios es extraordinariamente dicharachero. En el viaje en avión de Roma a Madrid no paró de hablar con Su Santidad. Pero tras el aterrizaje, el cardenal Dziwisz se le acercó y le dijo secamente: “Su Santidad acostumbra a rezar en los viajes”. Reverter entendió perfectamente que la observación era en realidad una orden, y decidió respetarla. Así que la siguiente etapa en avión, que creo que era de Madrid a Sevilla, mantuvo un digno y respetuoso silencio. Tan digno y respetuoso que el Papa no dejaba de mirarlo y, finalmente, le dijo:
- ¿Cómo es, querido Lluís, que no quieres hablar con el Papa?
- Es que me han asegurado que Su Santidad acostumbra a rezar en estos viajes.
- ¡Y qué voy a hacer! –le contestó el Papa, con un gesto de resignación- ¿Qué voy a hacer, si nadie me habla?

miércoles, 27 de abril de 2011

Minima moralia II

El buen hombre que me ha vendido la primitiva (es que en algo hay que creer en esta vida) me ha dicho al cobrarme:
- Ayer soñé que me tocaba a mi.... ¡Veinte euros!
- ¡Vaya miseria de sueño!
- ¡Si es que uno no es pobre porque sí...!

Minima moralia

El desconocido se ha bebido la jarra de cerveza de un buen trago, se ha limpiado los labios con la manga de la chaqueta y ha eructado.
- Hoy me siento sinónimo -me ha dicho.

sábado, 23 de abril de 2011

Semana Santa IV


De todas las imágenes que intentan reflejar el pensamiento, ésta de Atenea es mi preferida. Se encuentra en el Museo de la Acrópolis y está datada en el 460 a.C. No es que sea una memorable obra de arte, pero sí encierra un simbolismo memorable. La diosa de la razón medita como si algo la hubiese pillado al traspiés. Ese algo es, indudablemente el "horos" que tiene delante.

Un "horos" es un mojón, aquello que delimita, pone fronteras. En latín el "horos" recibían el nombre de "terminus" o "finis", de ahí "determinar" o "definir". Lo indefinido es lo carente de "horos", lo "aoristo". El tiempo verbal del "horos" es el presente", mientras que el del "aoristo" es el indefinido. Lo que a todos nos delimita es el horizonte y la expresión redonda (bien delimitada) de una sentencia es un aforismo.

En la Academia de Platón se definía la filosofia como la ciencia que sabe contemplar (esto es la "teoría") y delimitar las cosas: es una "horistiké". Y efectivamente de eso va la filosofia, de poner límites a lo ilimitado del ser (o la nada). 

Ahí está Atenea, la diosa de la razón, cogida al traspiés por un "horos".

Un "horos", esto es para mí la Semana Santa.

Alguna vez he defendido que la principal diferencia entre la filosofía antigua y la moderna tiene que ver con su respectivo tratamiento del límite (del horos). La filosofía antigua se interrogaba por el límite del ser y su respuesta era la definición; la (pos)moderna, por el ser del límite, y su respuesta es la perplejidad. Pero allá donde está el peligro está también lo que salva.


Añado (domingo 24 a las 14:08) esta foto que me ha enviado Glauka de un borroso y meditabundo pastor búlgaro.

martes, 19 de abril de 2011

Libros residuales

Las obras están concluyendo y ha llegado el momento de volver a poner cada cosa en su lugar. Pero frente al montón de cosas que tenemos delante, mi mujer y yo decidimos librarnos de todo cuanto podamos, dispuestos a resistir la dulzona tentación de convertir nuestra casa en un museo de nuestras triviales vidas. ¡Hay tantas cosas de las que podemos prescindir! Por ejemplo las novelas... ¿Por qué guardar las que sabemos que no volveremos a leer? Abrimos las bolsas de basura y vamos arrojando los autores que comienzan por A, después por la B, por la C, por la D... y hasta la G. Se van vaciando las estanterías. Cuando terminamos tenemos varias bolsas industriales de basura llenas de libros. Sobre las estanterías polvorientas quedan los pocos salvados de la quema: Baudelaire, Borges, Cervantes, Dante, Defoe. ¿Por qué Defoe? Pues no lo sé muy bien... pero me resisto a librarme de Robinson Crusoe, como sé que me resistiré a tirar La isla del Tesoro. Al fondo los libros de filosofía me miran asustados. Los griegos y romanos, sin embargo, contemplan lo que ocurre como si no fuera con ellos. Claro... porque no va con ellos.

viernes, 15 de abril de 2011

Veritat o mentida?

Els llibres dels amics són tots de veritat..


... i aquest especialment, que recull entrevistes a Jordi Pujol, Lluís Duch, Edward O. Wilson, Josep Maria Castellet, Jorge Semprún, Monika Zgustova... i Gregorio Luri, ves per on.

Gràcies i enhorabona, Adolf.

Una postal desde Japón

"... one thing that has become very clear in the last few terrible weeks is that ordinary, mundane life is a miracle, and the only place where you can find happiness".
 Satoshi Kitamura

miércoles, 13 de abril de 2011

Sevilla tiene el color de la amistad

No hay que descartar, le digo a Javier, que esto que ocurre en Sevilla sea como la música celestial, que según Pitágoras no notamos porque es como el aire transparente, algo que de tan obviamente presente, no se nota. Las estrellas giran y en sus revoluciones dan la nota que ya no oímos porque nacemos habituados a su son. El vientre materno sería una caja de resonancia de la armonía celeste. Lo cierto es que el recién llegado, una vez atravesado el caparazón de la ciudad moderna, sabe que está en Sevilla porque la oye, la huele, la somatiza; y se sorprende de que los sevillanos caminen por estas calles como si tal cosa, ciegamente habituados a la música de las esferas. Hay pocas ciudades más sensuales que ésta.
- ¿Le importa que ponga un poco de música, de la nuestra? -me pregunta el taxista que me lleva del aeropuerto a la Plaza nueva.
Sí que me importa, porque me gusta el silencio, pero le digo que no. E inmediatamente suena Miquel Poveda, el catalán Miquel Poveda, cantando aquella copa tan cruel de Juanito Valderrama, El emigrante, que dice, sin pudor ninguno "me voy a hacer un rosario con tus dientes de marfil". Hoy le dices eso a una mujer y te cae un pleito.

Me alojo en el Hotel Inglaterra de la Plaza Nueva, en una habitación espaciosa y acogedora. Mientras me ducho canto, claro, El emigrante. La ducha es caprichosa. Padece incontinencia térmica y me arrastra  de extremo a extremo del termómetro a su antojo, de manera que acabo ululando Immigrant song, de Led Zeppeling. Nada más salir de la ducha comienza a sonar el teléfono. Catalunya Radio, Ara, el vidriero que quiere saber si tiene que dejar uno o dos centímetros de margen en no sé qué.

La presentación del libro es a las 7.30. Tengo hora y media. Puedo ir zigzagueando, saboreando la lujuria de la tarde. Ya se sabe que la verdad es curva... o al menos eso creía Victor Hugo. Recibo un mensaje de Àngel Duarte, que me dice que no puede venir. ¡Y yo que creía que al menos tenía un asistente asegurado!  ¡Me había prometido que aparecería con un clavel en el ojal! Las razones que alega no pueden ser más convincentes, pero no por ello hacen más lamentable su ausencia y la de su mujer, asidua -me asegura- de este café.

Dice Javier que hay que tomarse un cubata antes de empezar, cosa que me parece una manera muy sensata de empezar.
- ¿Habrá alguien, Javier?
- A menos Paco Socas...

Francisco Socas, el hombre que ha enseñado a Juvenal a hablar castellano, me espera a la entrada del IES Murillo y nada más verlo sé que todo va a ir bien. Lleva su Séneca bajo el brazo, que aún no sé que me está dedicado. Además está Joaquín, a quien por fin conozco, después de un largo trato internáutico.

Cenamos, en un lugar magnífico, Javier, Francisco y un servidor. Parece que nos conociéramos de hace años, de toda la vida. Nos une Girolamo Cardano, Petrarca, Higinio, Platón y la poesía de Vázquez Montalbán.  De hecho hablamos y descubrimos afinidades que no sabíamos que existían. Y nos unirá Barcelona próximamente. Javier me asegura que vendrá a la presentación de la Introducción al vocabulario de Platón en el Ateneu Barcelonès el 16 de mayo y Paco tiene que aparecer a arreglar unos asuntos.

Y aquí me tienen ustedes. Son las 6:23 de la mañana y ya he agotado las existencias de agua del frigorífico del hotel. Los excesos de la cena me han pasado factura. Una factura que volvería a pegar mil veces, claro. Hoy tengo todo el día para huronear por Sevilla. Hasta las 21h no sale el avión. No hay prisa. Mientras haya agua que beber, claro...

lunes, 11 de abril de 2011

Rémi Brague sobre el nihilismo

Els vostres principis [els principis del relativisme nihilista], suposat que obtinguin una adhesió general, tindrien com a resultat, eminentment positiu –admetem-ho provisionalment, fins i tot si l’experiència demostra el contrari-, d’acabar amb les guerres de religió, o, encara més, d’acabar amb totes les guerres provocades per idees o que prenen com a pretext les idees, religioses o no. Els vostres principis evitarien que les persones es massacressin les unes a les altres. Literalment, la gent no voldria morir ‘per res’, perquè allò en què creurien seria precisament aquest ‘no-res’. Aquestes conviccions, però, permetrien viure? Potser el nihilisme no mata, però fa viure?

BRAGUE, R., La infraestructra metafísica, CruÏlla, 2010, p. 89.

sábado, 9 de abril de 2011

Las increíbles destrezas del abuelo

Tengo sobre la mesa un lápiz de punta fina. En el extremo opuesto a la punta tiene una especie de capuchón metálico y bajo el capuchón, una goma cilíndrica. Mi nieto me pide el lápiz. Se lo entrego. Le quita el capuchón, le quita la goma y me da todo. Me mira expectante. Le pongo la goma al lápiz. Su atención aumenta. Está en tensión. Le pongo el capuchón. Mi nieto explota con gritos de alegría mientras no para de dar palmas.  A sus ojos, por lo visto, acabo de realizar una gesta heroica. Me vuelve a pedir el lápiz y repetimos la operación una y otra vez y siempre reacciona igual. Me siento superior a Indurain. Con cada prueba superada es como si hubiera culminado un ocho mil. Y así nos hemos pasado un buen rato, completamente felices.

martes, 5 de abril de 2011

Hoy

Hoy se han incrementado en varios  miles de euros las obras de mi casa. Hoy  un infarto se ha llevado la  vida de un exalumno mío. Hoy ha hecho buen día. He ido caminando desde la Plaza de Cataluña hasta el Departament d'Ensenyament, en la Vía Augusta. Hoy he comido con Irene Rigau y Roser Salavert en el Silvestre de la calle Santaló. Hoy se ha tirado al tren un exalumno de mi mujer. Hoy he ido andando desde el Departament d'Ensenyament hasta el Arco de Triunfo. Hoy Carlos Jiménez me ha traído una morcilla y unas plantas de pimientos de cristal, de tomates y pepinos de mi pueblo. Hoy mañana será ayer.

lunes, 4 de abril de 2011

Haciendo amigos

- ¿Gregorio Luri?
- El mismo.
- Soy X, del diario Y.
- Sí, te he reconocido.
- Me imagino que has visto lo que hemos sacado sobre los recortes de enseñanza.
- Sí, claro.
- Queremos publicar dos artículos mañana, uno a favor y otro en contra. Me imagino que estarás a favor.
- ¿A favor de qué?
- De los recortes.
- ¿Me tomas por estúpido?
- ¡Hombre!
- ¿Me crees tan estúpido como para salir a aplaudir unos hipotéticos recortes que nadie quiere confirmar?
- Pero nosotros hemos publicado las previsiones...
- Vosotros responderéis de vuestras fuentes... Por mi parte, no tengo ni un dato para asegurar que los recortes van a ser estos o aquellos. Y tampoco tengo ningún plan alternativo a los recortes.
- Entonces no quieres escribirlo.
- Lo que no tengo es opinión.
- Bueno, entonces... hasta otra.
- Cuando tenga opinión formada sobre un tema no tendré inconveniente en expresarla públicamente.  ¿No es difícil de entender, verdad?

La paradoja esencial

I’m learning all the time. The tombstone will be my diploma.

— Eartha Kitt
Vía

sábado, 2 de abril de 2011

Congreso de la AEC

He pasado dos días agotadores y magníficos en Sitges, invitado por la AEC (Agrupació  Escolar Catalana) a su primer congreso tras 15 años de vida. Me cursaron la invitación porque (supongo) creían que tenía algo interesante que aportarles; pero acepté porque tengo mucho que aprender. El sentido del huroneo se me está afinando con la edad. 

El jueves me correspondió moderar una mesa en la que estaban presentes Xavier Marcet, Begoña Román y Anna Sans. El viernes tuve el honor de cumplir con el encargo específico que me encomendó la organización : llevar a cabo la "lectura e interpretación del congreso". Doy por supuesto que todo el mundo entiende  que si acepto hablar es para ser sincero conmigo mismo delante de los que me escuchan, sin preocuparme si ganaré o no sus complacencias. Una de las mejores cosas de hacerse viejo es que uno se libera del yugo del curriculum. Ya no tienes que agradar a nadie. Ya no te preocupa molestar a nadie (aunque, evidentemente, intento por todos los medios no faltarle el respeto a ninguno). Puedo intentar escuchar mi propia voz mientras hablo a ver si, ya que no puedo garantizar que interese, lo que digo sea al menos genuino y esté bien argumentado.

Vuelvo a casa con la memoria de alguna confidencia cruzada con Javier Elzo, con la de un paseo nocturno con Jacint Bassó, con el recuerdo del reencuentro con distintas personas, con la promesa del pronto encuentro con otras, con la admiración por la firmeza de las convicciones de Coral Regí, y con la convicción de que el futuro, con permiso siempre de la madrastra naturaleza, es de quien está dispuesto a pleitear para reclamar sus derechos sucesorios sobre el mismo. Pero vuelvo también con una extraña sensación: en este mundo nuestro en el que todos nos animan a ser creativos y críticos, hemos recluido la ambición en el baúl de la vergüenza (una vergüenza paradójica y algo morbosa, pero real). Hasta que no la dejemos libre para que vuele alto no nos reencontraremos con lo mejor de nosotros mismos.

Un abrazo a todos, amigos. Muchas gracias por haberme invitado. Estoy en deuda con vosotros.

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...