jueves, 7 de agosto de 2008

Solschenizyn y nosotros


Tengo desde hace tiempo claro que es necesario completar la primera transición democrática, que tuvo por objeto liberarnos del franquismo, con una segunda que se proponga liberarnos del antifranquismo. He vuelto a darle vueltas a esta idea a lo largo de estos días en los que la prensa de todo el mundo ha recogido amplias necrológicas de un hombre fundamental para comprender el siglo XX: Alexander Solschenizyn.
En los años setenta estábamos tan cegados por las promesas emancipadoras del antifranquismo que leíamos a Foucault como corderos y despreciábamos a Solschenizyn como lobos. La segunda transición, tal como yo la imagino, no tendrá por objeto desleer al francés, sino leer al ruso.
Por mi parte, no tengo ninguina duda de que se aprende mucho más sobre el poder en las páginas de Archipiélago Gulag que en las de Vigilar y castigar.

9 comentarios:

  1. Leí Archipiélago Gulag creo que demasiado pronto, cuando todavía no me había enfrentado al mundo, sencillamente porque estaba en casa de mis padres. Es por eso que la considero como novela pendiente.
    En cuanto a lo del antifranquismo, sobretodo con la escenificación de poder que se dará este viernes en el Pazo Meirás, creo que todavía le falta enterrar algunos cadáveres.

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  2. "Escenificación de poder" es la que van a hacer los del BNG para arruinarle la fiesta a una chavala que tiene que ver con Franco lo que el don Simón con una uña del pie.
    Poder los Franco tuvieron, no digo yo que no, pero ahora... me da la risa.

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  3. Hola,
    Yo siempre he visto el antifranquismo como una forma de suturar traumas sicológicos nunca como una política peligrosa.
    Repecto al ruso a ver si lo leo algún día pero no acabo de quitarle el odio que le cogí cuando me enteré que le robó el nobel a Borges
    Saludos

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  4. No le de la risa, amigo "caporal", aunque pienso que lo del franquismo es algo que debe haber sido vivido para tomar partido, porque por referencias todo es criticable.

    Y es cierto que fuimos, tantos y de tantas maneras, seducidos por teorías, que todas tenían en su seno la testarudez victimista y el rechazo del fracaso, que siempre suele ser culpa de los demás.

    Y pienso yo si no es eso aquello de la deconstrucción. Dedicamos toda una vida a creer y el resto de la misma a descreer. Creo que era Martín recuerda el que escribió una coplilla que me acompaña a menudo:

    "Camino que no es camino
    de más está que se emprenda;
    pues que más nos descarría
    cuanto más lejos nos lleva."

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  5. Me da la risa que digan que los Franco son hoy en España una familia poderosa. Sí creo que me da mucho la risa, creo que me descojono de risa... para, para, que no puedo más, JUA JUA JUA ....
    Poder tiene Anxo Quintana, Poder tiene el subsecretario del subsecretario de la coordinadora general del BNG de Betanzos, o de Vivero, pero los Franco... No me fastidies, ¿los Franco? Vamos hombre... Baje Dios y lo vea.

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  6. El pobre Solschenizyn, incluso Pasternak, pasando por Victor Alba y Amat Piniella, todo lo que fuese un poco crítico con la santa Rusia era de la CIA o se ninguneaba. Ahora que tan de moda está decir que se ha de pedir perdón de lo que no se hizo, algunos del presente deberían pedir perdón de lo que sí se hizo y dijo (y se escribió). Yo era jovencita y tenía tendencia a creerme a todos los progres, sobre todo si eran guapos, peludos, fumaban en pipa y decían aquello de 'enteneu el sentit?'. Si además cantaban con una guitarra, pues...Pido perdón pues por mi credulidad.

    El antifranquismo de más éxito fue profundamente antidemocrático y aún quedan muchos tics por ahí.

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  7. Julia, agradezco profundamente tus palabras. Cuesta reconocer hasta qué punto pusimos nuestra fe en las manos de ciertas personas. Nos freíamos autónomos simplemente porque habíamos cambiado de confesionario.

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  8. Profesor Luri: lo ha expresado mejor que yo y con menos palabras. Solzhenitsin fue una 'doble' víctima: sufrió la censura y persecución de quienes creían en el paraíso soviético y, paradójicamente, de muchos otros que le anatemizaron, -repanchingados en su toreo desde la barrera occidental- por criticar los desagües de ese paraíso. Menos mal que el tiempo, que también es tozudo, le ha dado la razón. Aunque sea al final. Un saludo.

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  9. Pero yo no creo que el tiempo le haya dado la razón a Solzhenitsin. El siempre ha manifestado algo que, por haber visto, creía no ser una alucinación. Somos nosotros, los que hemos caído en la cuenta de que negábamos, no la razón, sino la verdad, a quien manifestaba un testimonio, simplemente porque lo negábamos.

    Éramos, seguramente, creyentes en la busca de un dios, en un mundo revuelto en el que la diferencia entre el bien y el mal estribaba en el bando vencedor o perdedor, al que cada cual se adscribía, por motivos sociales o familiares, primero, y banalmente intelectuales finalmente.

    Bastaba con que alguien garantizara la verdad para creerla siempre que esta, atestiguara aquello en lo que estábamos dispuestos a creer.

    En nuestra generación, puede comprenderse, Luri, pero en las posteriores es más complicado, porque ¿de que hablan?

    Deberiamos pasar a la historia como una congrecación de negadores absolutos, es decir, del absoluto en el sentido de que negando uno afirmábamos el otro paraiso. Poca formación debíamos tener.

    Y Julia, me has descrito enteramente, pero sin poder canatr aunque guitarra si tenía.

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